Todo empezó en la escuelita multideportes de Gimnasia y Esgrima en su Santa Fe natal. Cuando tuvo que decidir qué deporte seguir, eligió el básquet, quizás influenciado por su padre, director técnico de esa disciplina. Pero una circunstancia trágica como fue la inundación de la ciudad en la que vivía hizo que su camino diera un vuelco y se dedicara al vóley.
Con esfuerzo, dedicación y, sobre todo, diversión, Luciano De Cecco se convirtió en uno de los mejores armadores del mundo.
Un mes antes de cumplir 18 años fue convocado a la Selección nacional, equipo con el que fue la revelación de la Liga Mundial de 2006. Allí compartió plantel con uno de los máximos referentes de este deporte, Marcos Milinkovic.
Sin embargo, no se conformó con esto. Su gran nivel lo llevó a la Serie A1, en Italia, la liga de vóley más importante del mundo, comparada con la NBA en el básquet.
En una charla exclusiva con MUNDO SEGURO, De Cecco nos cuenta qué se necesita para llegar a ese lugar y que es posible vivir de un deporte que no es tan popular como otros.
¿Cómo fue tu infancia como deportista? ¿Jugás al vóley desde chico?
Empecé jugando en el club Gimnasia y Esgrima de Santa Fe. Hice la escuelita multideportes, que adaptaba los horarios con los de la escuela, y en donde hacíamos todas las disciplinas. Fui hasta los 13 años, en donde te permiten elegir qué deporte querés seguir. Ahí elegí el básquet.
Jugué al básquet hasta los 15. Fui reclutado por Atlético Rafaela, jugué la Liga Nacional. Pero eso fue hasta que pasó lo de la inundación de Santa Fe en 2003. Era un momento trágico para la ciudad y yo no la estaba pasando bien, no lo pude controlar emocionalmente. Como no podíamos jugar ni competir, ahí fue cuando decidí pasar al vóley.
¿Cuáles son tus referentes dentro del vóley? ¿Y un referente como deportista, fuera de este deporte?
Nosotros crecimos viendo la Liga nacional con jugadores como Javier Weber, Hugo Conte, Marcos Milinkovic. Ellos marcaron el camino para lo que nosotros queríamos hacer. Pero lo cierto es que tuve la suerte de compartir con ellos en la cancha y de tenerlos como entrenadores. Mis referentes del deporte fueron siempre del mundo del básquet. Jugadores como Manu Ginóbili o Luis Scola, que salieron del país y llegaron a tocar la cima del mundo con sus equipos, en la NBA, y también en la Selección nacional. Son deportistas que lograron cumplir sus sueños, por eso los tomo como referentes, porque te muestran que todo se puede y nada es imposible.
¿Entonces se podría decir que jugadores como vos y los de tu generación serán los referentes del futuro?
Posiblemente lo seamos, sí. Ojalá. Creo que, al no ser un deporte muy competitivo y popular como los otros, es difícil hacer una comparación. El vóley en Argentina está a años luz de otros deportes como el fútbol, básquet o el automovilismo.
¿Cómo es vivir de un deporte que no es tan popular como el fútbol o el básquet?
Lo cierto es que dedicarse a jugar profesionalmente al vóley no es fácil. No hay muchas oportunidades para hacerlo, por eso siento que supe aprovechar las que se me presentaron. Y, en ese sentido, me esforcé y trabajé siempre para mantenerme en ese lugar que había alcanzado, sabiendo que son oportunidades únicas. Se hacen muchos sacrificios, te vas lejos de tu familia, de tus amigos, y a veces es difícil saber si esos esfuerzos serán recompensados. Por eso, ganar un título es algo único. Cuando cae la pelota y te das cuenta de que ganaste el torneo, se va una mochila de encima de muchas sensaciones: llena de esfuerzo, de dedicación, de dejar cosas de lado, en un año atípico con muchos hisopados, lejos de la familia. Entonces todos estos esfuerzos se ven reflejados en ese título, es algo muy demostrativo para uno que vive de este deporte en el que estamos lejos y cuesta mucho conseguir este tipo de logros.
¿Qué se necesita para ser un buen deportista?
Hay que divertirse, tener ganas de mejorar, ser buen competidor y ser respetuoso. Si es un deporte en equipo, ser buen compañero y tratar de ayudar a los demás.
No es común escuchar que la diversión es algo fundamental en un deportista…
Es que sin diversión, no hay deporte. Eso es lo que creo. Al principio empieza como una diversión, no como un trabajo. Sobre todo en un deporte como el vóley, porque desde el momento cero hasta que te convertís en un jugador profesional, pueden pasar años, así que si no te divertís, quizás nunca llegás o terminás abandonándolo. Si no hay diversión no hay nada. Eso me parece que es para todas las cosas de la vida, también. Disfrutar tiene que ser la esencia de lo que uno hace.
¿Cómo fue llegar a la liga más importante del mundo del vóley, la Serie A1 de Italia?
Fue difícil porque no muchos llegan y tampoco muchos se quedan. Vi la oportunidad de agarrar un tren y no la dejé pasar. Fue duro y todo un proceso, porque me hice de abajo. Siento que supe aprovechar las oportunidades que tuve, dentro de un contexto en el que el vóley en Italia es un deporte mucho más valorado que en nuestro país.
Competís en esa liga desde hace más de 10 temporadas, ¿cómo lograste mantener ese nivel?
Es lo que quiero para mi carrera. Siempre quise jugar y codearme con los mejores del mundo, y los mejores están ahí, en esa liga. Para poder aportar a la Selección, a mi vida cotidiana y a mi persona, sé que tengo que hacer que los años sigan subiendo, tener esa mentalidad, una ética de trabajo, una personalidad tanto para adentro como para afuera de la cancha. Llegará el momento en el que otros jugadores vendrán y yo quiero disfrutar cada segundo lo que me toque jugar.
Cuando lográs el éxito deportivo, ¿recordás esos momentos en los que la pasaste mal o tuviste experiencias difíciles? ¿Los sentís como aprendizajes?
Siento que me entreno para estar ahí, jugar en el mejor club, ganar trofeos, colgarme medallas. Y para estar ahí hay que dejar cosas de lado, no se puede tener todo a la vez. Esta metodología me dio resultados, la voy mejorando y adaptando, pero a mí siempre me sirvió.
El año pasado recibiste el Premio Konex al mejor jugador de vóley de la década, ¿qué mensaje le das a los chicos y chicas que juegan en sus escuelas al vóley y les pica el bichito por este deporte?
Que se diviertan y sigan jugando. Que lo hagan con conciencia y hagan amistades en el deporte. Después, algunos tendrán la posibilidad de seguir como deportistas y otros decidirán otras cosas para sus vidas, estudio, trabajo, etc. No todos tenemos las mismas posibilidades, la misma suerte. Si las tenés, hay que aprovecharlas, o por lo menos probar. En el peor de los casos, se vuelve a empezar.
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“Dedicarse a jugar profesionalmente al vóley no es fácil. No hay muchas oportunidades para hacerlo, por eso hay que aprovecharlas”.