Lukas (izquierda) posa con Franco, el hijo de Romina Yan, y el cuadro con el que empezó todo.
Para Lukas Nicolino no solo hay segundas oportunidades. Puede haber terceras, cuartas y todas las que sean necesarias para poder reinventarse. “Mi arte no es pintar, sino construir puentes”, dice a lo largo de esta entrevista para Mundo Seguro.
Y él sabe bien lo que es reinventarse ya que tuvo que hacerlo dos veces: primero, al sufrir un accidente a los 18 años que afectó su mano derecha de manera tal que le impidió seguir trabajando. Después, al sumergirse en una “etapa oscura” –como suele definirla–, producto de un dolor crónico en esa mano que perdió su movilidad tras varias operaciones y recaídas.
En plena pandemia, sin esperanza ni motivaciones en el horizonte, su cabeza hizo un clic. Compró unas pinturas y empezó a hacerse amigo del pincel. Al cabo de unos meses, se volvió un especialista en retratar famosos, a quienes contactó para que firmen la obra y, así, recaudar fondos para causas benéficas.
¿Quién es este licenciado en Relaciones Públicas que se convirtió en el primer argentino en utilizar el criptoarte con fines solidarios?
El poder del arte
Lukas es un claro ejemplo del poder sanador del arte, ya que a los 39 años tuvo que reeducar su mano izquierda para vivir de una forma completamente nueva. “Empecé a pintar para escaparme, para salir de un lugar oscuro –confiesa–. Durante la cuarentena dejé la medicación que me indicaron a partir del accidente y me puse a pintar instintivamente. Cuando aparecieron las primeras obras, descubrí que además podía ayudar a personas que lo necesitaban. Ahí terminé de entender qué era lo que quería hacer”.
Si bien son muy elogiados sus retratos de Messi, Simeone, Riquelme, Axel y Tini Stoessel, el primero que hizo marcó un antes y un después en su carrera: un homenaje a Romina Yan. Su objetivo era regalarle la obra a Cris Morena, pero el destino lo juntó con Franco Yankelevich, hijo mayor de la actriz, con quien acordó la venta de la obra para donar el dinero a algún niño o niña que lo necesitara.
A través de Instagram se contactó con Aaron, un chico de tan solo cuatro años que perdió sus dos manos y a su mamá tras incendiarse su casa.
“El arte me salvó la vida. Me mostró un camino que jamás hubiera soñado recorrer. Sin querer me puse a pintar. Y sin querer, terminé ayudando a muchísimas personas. Recuerdo el caso de Iván, a quien le pudimos hacer dos operaciones de vista para que no quedara ciego. O el haberle podido construir una casita a Brisa, cuyos padres tenían una discapacidad intelectual y vivían bajo un techo de lona. Cada vez que llueve pienso en ellos y digo: ‘Qué bueno que no estén mojándose en este momento’. Todo esto me reconforta, me llena el alma. Para mí fue un renacer”, dice Lukas, embajador de Dar es Dar, una fundación que tiene el propósito de combatir la desnutrición infantil y la pobreza en Argentina.

¿Siempre uno puede reinventarse, Lukas?
Estoy convencido de que todos tenemos la posibilidad de reinventarnos, de resurgir de las cenizas. Algunos quizá lo tengan más difícil que otros, o al menos en apariencia, pero siempre está ahí esa llama que habita dentro de cada uno de nosotros. Ante la adversidad uno puede pensar o sentir que ya no da más, pero es cuestión de seguir adelante.
Construyendo puentes
El criptomercado dejó de ser una palabra desconocida para pasar a ser un espacio virtual al que se sumaron celebridades de la talla de Lionel Messi o Lady Gaga. Lukas no solo se animó a incursionar en este universo, sino que fue el primer artista argentino en utilizar el criptoarte con fines solidarios. Y hasta fundó un colectivo de criptoartistas con otros colegas de México, Canadá, Costa Rica, El Salvador, Guatemala y Colombia.
“La virtualidad no es el ambiente en el que mejor me muevo, porque me encanta el contacto con la gente, pero hay que aggionarse. Por eso me aboqué a aprender todo lo posible sobre el criptoarte y a los token no fungibles, que en mi caso es la digitalización de mis obras y la venta online”, explica quien también tiene un posgrado en Mercado de Capitales.
Es interesante que definas a tu arte como un puente y no como obras que tienen la finalidad de exponerse en un museo.
Es que yo no me considero pintor. Mi arte no es pintar, sino construir puentes. Y el medio que utilizo hoy para construirlos es la pintura. Quizá mañana lo haga de otra forma. Hoy, la pintura y el arte son un medio para ayudar al que más lo necesita, un medio para dar a conocer o visibilizar la situación de alguien que no tiene voz.
¿En qué proyecto estuviste trabajando últimamente?
En una obra para la fundación Nordelta, que cumple 20 años implementando programas de acompañamiento integral a la primera infancia, niñez, adolescencia y juventud. El propósito es que el cuadro se venda tanto en formato físico como token no fungible.
¿Y a futuro? ¿Con qué soñás?
Mi mayor ilusión es muy simple: poder seguir haciendo lo que hice hasta ahora. Vivir del arte y, en paralelo, poder ayudar con lo que hago. Con eso sería más que feliz, sería más que un sueño cumplido.
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