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En primera persona

Muralistas: arte urbano y mujeres poderosas

Florencia Díaz y Licha Bernal nos cuentan cómo es su trabajo haciendo arte sobre paredes.

El street art suma adeptos en todo el planeta con su carácter emocionante y sentimental. Si bien durante mucho tiempo fue una actividad predominantemente masculina, en los últimos años un sinfín de mujeres se adueñaron de las paredes para decir lo suyo. De cara al Día Internacional de la Mujer, en Mundo Seguro hablamos con artistas urbanas que demuestran en sus murales todo su poder.

Licha Bernal es artista plástica, docente y muralista, tiene 55 años y lleva 20 como muralista. Junto a Mónica Vakaruk y Daniela Gutman conforman un colectivo artístico con el que llevan 19 años trabajando juntas, un proyecto con el que recorrieron el país, sobre todo el Chaco, Entre Ríos, Córdoba y Corrientes, donde realizaron casi 300 murales.

¿Cómo fue ese recorrido?

En el Chaco somos muy reconocidas porque hemos dejado nuestro trabajo en muchos municipios y empresas.  En esta provincia, la ley establece que por cada obra pública que construye una empresa, se incluye en el pliego de licitación la entrega de la obra con un mural esgrafiado. Esto hizo que nos fueran llamando y pidiendo trabajos. Después hubo un efecto contagio y muchas familias que veían nuestro trabajo en las diferentes ciudades, nos iban llamando para hacer murales en sus casas. Todo fue una especie de gran rueda que se puso a andar.

¿Cómo es su trabajo? ¿En qué se inspiran?

Somos figurativas y trabajamos mucho bajo las consignas que nos dan. Si tenemos que hacer un mural en la Escuela Agrotécnica, trabajamos con imágenes que estén relacionadas. Obviamente, de lo contrario no sería muralismo. Nos reímos porque somos muy anecdóticas en nuestras imágenes, pero es lo que la gente quiere, entiende y necesita. Sobre todo en los pueblos del interior o en estas ciudades chicas, como Resistencia, donde las personas realmente se paran delante de un mural nuestro y lo disfrutan, lo entienden, comprenden cuál es la propuesta y qué estamos diciendo. Con eso, nosotras estamos satisfechas.

Florencia Díaz también es muralista y es oriunda de González Chávez, un pueblo de diez mil habitantes en la provincia de Buenos Aires. Su camino como artista comenzó en el 2013, cuando se animó a hacer de las suyas en sus primeras paredes.

¿Cómo fue tu búsqueda artística?

Al principio pintaba lo que me salía y a medida que fui armándome, pensando diferente, adquiriendo otros conocimientos, fue tomando otro color. Llega un momento en que ya no me da lo mismo pintar una cosa que otra. Por ejemplo, en mi obra intento que siempre estén presentes las mujeres y las disidencias. Hago figuras que no son binarias y están abiertas a la libre interpretación de quien las mire. 

¿Y qué sentís cuando estás haciendo un mural?

Cuando pinto un muro me sucede que el tiempo se detiene, se frena, y lo que me parece más increíble es que cuando lo termino deja de ser mío y pasa a ser de la calle, de la gente que se lo apropia, se saca fotos con el mural y lo comparte. 

¿Es difícil ser una muralista mujer?

El panorama para las mujeres muralistas es complejo. Hay muchas compañeras que se dedican a esto con mucho empeño, pero la realidad es que hay una brecha de género muy marcada. Hay una organización que se llama AMMURA, que es un grupo de mujeres muralistas, que hicieron un estudio increíble y llegaron a la conclusión de que los varones pintan más muros, más grandes o repiten muros en festivales o jornadas.  Siempre se les da a ellos los lugares más grandes y a las mujeres poquitos o chiquitos, y eso se traduce en una desigualdad económica.

Obra realizada por Licha Bernal, Mónica Vakaruk y Daniela Gutman en el Chaco.

Licha forma parte del proyecto AMMURA, la asociación que nuclea a distintas muralistas mujeres y que investiga cómo es su trabajo. Para ella, “hay mucho para decir sobre este tema”.

¿Qué es lo que más te llama la atención sobre la desigualdad de género en este mundo?

El muralismo básicamente es machista, porque es una actividad que se realiza en la calle, sobre andamios y en una situación de precariedad, donde siempre es el hombre el que se sube a la escalera, se banca el sol, hace la mezcla… Pero hay una constante en ese machismo, que hace que también se traslade a quien te contrata, que cree que los trabajos grandes los hacen los hombres y las mujeres solo podemos pintar florcitas. Inclusive dentro del mismo ambiente del muralismo hay muchos que se llaman “maestros del mural”, que tienen una buena trayectoria, pero que desconocen la de mujeres como nosotras, que somos un trío de mujeres, y no nos dan el merecido reconocimiento . A nivel nacional, nos pasa que en los encuentros de muralismo son siempre ellos, los hombres muralistas, los que son destacados. Eso es algo que se dio durante muchos años. Por suerte, los últimos encuentros de muralismo, por lo menos los más importantes, están organizados por mujeres. El feminismo lo que trajo también es esto, la necesidad de que participen más mujeres y podamos ser visibilizadas.

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