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“No puedo elegir entre el humor y el drama”

Martín Campilongo repasa su carrera artística en un mano a mano imperdible con Mundo Seguro.

El polifacético Martín Campilongo -popularmente conocido como ‘Campi’- es uno de los actores más reconocidos del país. Actualmente protagoniza, junto a Peto Menahem y Osqui Guzmán, “Los Bonobos” en el teatro El Nacional SANCOR SEGUROS, obra que cumple tres años ininterrumpidos en cartelera. Además de su actividad teatral, Campi habló sobre el éxito de su personificación como Rodolfo Páez, padre del cantautor rosarino Fito Páez, en la serie «El amor después del amor».

¿Cómo se lleva con su oficio? ¿Qué significa el éxito para él? Descubrí eso y mucho más a continuación en la entrevista.

Siempre te dijeron ‘Campi’, ¿tenés otro apodo?

No, es el único. Así le decían a mi abuelo y también a mi padre. Y ahora también a mis hijas. Se puede decir que es un apodo heredado.

Para la interpretación de tu personaje en “Los Bonobos” tuviste que aprender la técnica del lenguaje de señas: ¿cómo fue ese proceso? 

Fue algo alucinante. Son cosas que te permiten este laburo. Respecto al lenguaje de señas descubrí que hay palabras que no se dicen igual en todos lados. Por ejemplo, “hola” se dice igual en todas partes, pero “novia” o “te quiero”, puede ser de una forma en la Argentina y de otra en Uruguay. Los que lo practican se dan cuenta. 

¿Qué significa hacer temporada en una sala con tanta historia como la del teatro El Nacional SANCOR SEGUROS?

Es algo recontra fuerte. Este es el tercer año de Los Bonobos y jamás habíamos estado en una sala tan grande e imponente. Es, al mismo tiempo, un desafío y una responsabilidad que nos encanta.

«Los Bonobos» es una obra que habla sobre el amor, la amistad, ¿y qué más?

La discriminación. Sin dudas la discriminación. Lo que son las diferencias entre las personas y sus implicancias. Pero no desde la burla, sino desde la inclusión. En la obra intentamos empatizar con el público a partir de un tema sensible, pero sin banalizar.

Respecto a la amistad: ¿sos como Roberto Carlos que tiene un millón de amigos o preferís pocos pero buenos?

Tengo un montón de amigos. No llego a la cantidad de Roberto Carlos, pero tengo mucha gente que me quiere. En mi lista de amigos hay gente del ambiente, pero también hay personas que me conocen desde los cinco años. Hasta tengo amigos que no ven televisión: para ellos soy Campi, pero otro tipo de Campi.

Definí amistad en una sola palabra…

Hermandad. Si bien soy hijo único, para mí la amistad significa hermandad. Tener un hermano y tener un amigo, para mí, representan lo mismo. Como te digo, no tengo hermanos, pero puedo imaginar de qué se trata. 

Solés decir que los actores son como plastilina y que, al trabajar un buen texto, todo fluye. ¿Cómo te das cuenta cuando un guión está bien escrito?

Cuando lo tengo en la boca. Cuando tengo el guión en las manos y lo siento en la boca digo: sí, esto está bárbaro. Por ejemplo, ahora estoy trabajando con una serie cuyo guión no tiene un lenguaje muy coloquial y cuesta más, no sale tan directo. 

Con el humor lograste masividad rápidamente, pero con el drama tardó más. ¿Cómo estás viviendo el éxito de la serie “El amor después del amor”?

Es algo realmente excepcional. Estoy en esto hace más de treinta años y de pronto salgo en una serie que está disponible en 190 países y todo cambia. De repente hay gente que dice “qué bueno lo que hace este tipo”, pero vos estuviste ahí todo el tiempo. Para mucha gente fui invisible durante décadas y que de pronto te descubran es buenísimo. 

¿Considerás que el éxito de esa serie es lo máximo que vas a lograr en tu carrera?

¡Nooo! Tengo cuatro hijos, pará un poco -se ríe-. Lo que tiene mi trabajo es que es un oficio precioso. Y quiero seguir haciendo cosas como estas: quiero hacer de todo. Creo que quiero hacer tantas cosas que no me alcanzarían ni dos reencarnaciones más. 

En la personificación de Rodolfo Páez contaste con la ayuda de los directores de la serie que te compartieron fotos, anécdotas y te dieron directivas. ¿En algún momento te dijeron, evitá hacer esto o aquello?

No, nunca. Es más, ¿querés que te diga algo? Jamás me llamaron la atención en toda la grabación. Entonces por ahí pensaba: lo que estoy haciendo es una genialidad o es un desastre. Finalmente terminó siendo lo primero… 

Para tu papel en “Los Bonobos” aprendiste la técnica del lenguaje de señas, ¿y para hacer del papá de Fito?

No tuve que aprender nada específico. Aún así, de todos mis compañeros siempre me llevo algo. Ser actor es estar aprendiendo constantemente. 

Parte del elenco de Los Bonobos en plena función.
Parte del elenco de Los Bonobos en plena función.

Los productores de la serie de Fito vieron una entrevista tuya en la que hablabas de tus hijos y dijeron: Campi es Rodolfo, como una epifanía. ¿Qué significa para vos ser padre?

Ser padre es fuerte. Te cambia la percepción de absolutamente todo. Es el ejemplo máximo de la trascendencia. Me gusta verlo como una habitación que uno primero ocupa y luego abandona para que llegue otra persona y la vuelva a ocupar, la decore, y así. Lo veo como algo que embellece constantemente. Es una forma de mejorarse a uno mismo. 

¿El mejor y el peor momento del rodaje de “El amor después del amor»?

Lo mejor, mis compañeros. Compartir las jornadas de grabación, charlar con la gente que labura detrás de cámara. Toda esa parte es genial. Lo peor: el calor -se ríe-. Hay momentos en la serie en los que había que simular el invierno y en Buenos Aires, en ese momento, hacían más de treinta grados. Controlar que no se te caiga una gota de transpiración te obligaba a estar súper atento. 

En una entrevista dijiste que la serie fue un hitazo porque habla de todos nosotros. Que Fito Paéz es simplemente una excusa. ¿Creés que para que un proyecto artístico tenga éxito sí o sí debe permitir que volquemos nuestra experiencia personal?

Sin dudas. En una serie, una película o en una obra de teatro para interpelar al público es clave que ese mismo público vea una puerta donde entrar, donde meter lo que le pasa, lo que siente. Fijate lo que pasa en los clásicos. Por ejemplo Shakespeare, con Romeo y Julieta. ¿Es solo una historia de amor? No. Es mucho más que eso. Y eso lo sentimos todos. Vos, yo, todos. Ese es el secreto de perdurar en el tiempo. 

¿Qué preferís hacer: humor o drama? ¿Podés elegir solo uno? 

¡Nooo! A mí lo que me gusta es actuar. Me gusta todo. No puedo elegir solo uno. Las dos cosas son hermosas. 

¿Cómo te llevas con el spoileo? ¿Le das importancia? 

Muchísima. No me gusta cuando me adelantan o cuentan algo. Prefiero vivirlo en carne propia.

Tenés que elegir a dos personas con las que te gustaría trabajar y aún no lo hayas hecho…

Me gustaría que me dirija Guillermo Francella y hacer algo con Luis Brandoni o Ricardo Darín. Son tipos del ambiente que admiro mucho. Sería un sueño. 

¿Qué es el éxito para vos?

Esta entrevista. El éxito es esta entrevista. Que ustedes me llamen significa que algo hice bien. Que, de alguna manera, los interpelé y logré movilizarles el espíritu. 

Mencionás la palabra espíritu. ¿Qué relación tenés con la espiritualidad?

Es algo que siempre laburé. De toda mi vida. Intento mejorar todos los días y, como te decía, los hijos te ayudan mucho en ese camino. Yo fui todos los seres del mundo. Vos, yo, todos venimos del norte de África. Yo fui negro, chino, judío, mahometano, católico, budista. Fui todo y, lo más importante, es que todos estamos yendo al mismo lugar. Cuando nos reencontremos allá arriba vamos a decir: ¿por esto nos peleábamos? 

¿Quién es Martín Campilongo?

Uf -hace una pausa larga-. Necesitaría cincuenta años más de terapia para responderte eso. Ahora, en este momento, te puedo decir que Martín Campilongo es simplemente un actor argentino.  

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